Hugo De Jesús. El estado del arte nos señala al socio-constructivismo como el mainsrteam (corriente principal, por lo general es la tendencia actual) en el aprendizaje, si bien en los años 70 se había implementado en Francia el aprendizaje por competencias, de unos años para a la fecha México mejor dicho la UNESCO demanda a México adoptar las competencias.
El problema radica en que ninguno de partícipes en la construcción del aprendizaje se ha puesto de acuerdo, es decir, familia-sociedad-maestros-instituciones-gobierno, estos delegan responsabilidades como si no quisieran hacerse cargo de lo que por su naturaleza les compete.
Por obviedad sabemos que la educación es un negocio del que viven determinadas personas, ese no es el problema, el problema es mexicanizar estos modelos ya que la sociedad mexicana y competencia están en constante pelea a diario. Como mexicanos estamos acostumbrados a competir de forma caníbal por sobrevivir, tranzar y avanzar, del dicho que lloren a mí casa, que lloren en la suya, entre otros. Competencia para el mexicano promedio, no aquel condecorado e ignorante de los ignorantes, significa un comportamiento que lo orilla a hacer todo y por todos los medios para hacerse con un beneficio.
Si entendemos la competencia como competir, seguiremos fomentando ambientes de aprendizaje donde los alumnos más destacados y aquellos menos destacados generan desigualdad entre ellos mismos, añade el hecho de un sistema educativo, docentes, autoridades y familia soportan una vista darwinista, la competencia competirá por su supervivencia.
Si hay que ser honesto, no siempre se puede estar a la altura de la circunstancias, la competencia lleva de la mano y bajo esta visión competitiva, el éxito y el fracaso, el primero proveerá al sujeto reconocimiento social notorio (positivo) y el segundo etiqueta a un sujeto a un destino inmediato y poco alentador (negativo) ambos destinos son extremistas.
Lo que no hemos entendido por competencia tendría que generar profesionales a los que les competen dichas tareas por el hecho de haber pasado una alfabetización, instrumentalización o entrenamiento respectivo a su comunidad.
La incompetencia de no entender la competencia genera alumnos que en el mejor de los casos son sujetos desconectados con su realidad social, misma que genera y con todo respeto a la personas con esta condición autismo por alto desempeño académico o por bajo desempeño.
Ya sabemos que México es una parís increíblemente desigual y clasista, entonces, si llevamos esos antecedentes históricos e idiosincrasia a los salones hay un comportamiento contradictorio en lo que debería ser una dicotomía integrativa.
Durante pláticas con docentes de diferentes niveles, reconocen que si bien ellos tienen que procurar en la medida de sus posibilidades el mayor número de aprobados, al final sólo pueden tomar aquellos que realmente llenaron cada sección de la rúbrica.
Para llamarse alguien a quien le compete algo, es necesario reconocerse como limitado, entender el hecho que si se tiene una formación direccionada a determinada comunidad, que en la mayoría de los casos impacta de manera negativa en quienes tienen algún posgrado.
Con respecto y dentro del mismo tenor para los llamados “burros” la verdad no les afecta tanto a nivel moral pero si anímico que impacta directamente en cómo se auto conciben, en otras palabras se saben limitados pero pretenden pasar por alto tal etiqueta.
Para finalizar invito a todos esos integrantes en el proceso de construcción de saberes a entender que la competencia también marca los límites de X actuación: en el momento que aprendamos a realizar aquello que nos compete podremos ser competentes sin competir
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